Hasta ahora, la mayor preocupación de industria petrolera y muchos políticos ha sido minimizar el alcance y los impactos del vertido y pasar página lo más rápido posible para, menos de año después, volver a perforar en el golfo como si nada hubiera pasado.EEUU recuerda hoy el mayor desastre ecológico de su historia, con varios frentes aún abiertos en el Golfo de México y el mensaje del Gobierno de que no permitirá otra pesadilla similar. El 20 de abril de 2010, las imágenes de la espectacular explosión y posterior colapso de la plataforma de BP "Deepwater Horizon" dieron la vuelta al mundo, desatando una catástrofe que acabaría con las vidas de once personas y liberaría al mar 4,9 millones de barriles de crudo a lo largo de tres meses. Un año después, la economía de la zona, dependiente en gran medida de la pesca y el turismo, continúa sufriendo las consecuencias, que también han cambiado el medio ambiente del Golfo hasta límites que los científicos aún tardarán décadas en comprender. La catástrofe resultó en una moratoria a las perforaciones petroleras en el Golfo, que se cerró el pasado octubre con la promesa del Gobierno de que la industria había aprendido la lección y de que los vagos mecanismos de regulación que contribuyeron al accidente habían sido reemplazados por otros mucho más firmes. Desde entonces, se han concedido diez permisos a compañías denominadas aptas para perforar en aguas profundas tras un estricto proceso de revisión, según la Oficina de Gestión y Regulación del Océano de EE.UU. En España, en lugar de asumir la incapacidad de la industria petrolera de garantizar la seguridad de sus instalaciones, el Consejo de Ministros ha abierto la caza del petróleo y gas también en los fondos del Mediterráneo. El vertido del golfo ha dejado claro hasta qué extremos las compañías petroleras están dispuestas a perseguir las últimas gotas de crudo. Da igual que se trate de perforar en aguas profundas en el golfo de México, frente al Delta del Ebro, en el mar de Alborán, en la costa valenciana o en el Ártico. A menos que tengamos políticas encaminadas a acabar con la dependencia del petróleo, vamos a seguir expuestos a los caprichos de las compañías petroleras y al cártel de países productores de petróleo. Nos veremos obligados a pagar cualquier precio que el mercado establezca por el crudo. Especialmente en España, donde dos días de escalada del precio del petróleo nos han costado más que todas las ayudas a las renovables de un año entero ”Hemos perdido un año. Ya no bastan las palabras, hay que pasar a la acción y marcar el inicio de una auténtica revolución en la forma en que producimos, transportamos y consumimos energía. De lo contrario, nos espera un mundo manchado de sangre y petróleo”, afirma Sara Pizzinato, responsable de la campaña de Petróleo Greenpeace.