Oficialmente, se considera ola de calor marina cuando las temperaturas en la superficie del agua superan el 95% de los valores de los últimos 30 años durante al menos cinco días consecutivos.
El estudio apunta que las condiciones del Ártico han cambiado desde 2007. Entre ese año y 2021, las zonas marginales del océano más septentrional de la Tierra experimentaron 11 olas de calor marinas, que produjeron un aumento medio de 2,2 grados por encima de lo normal en la temporada estival y duraron una media de 37 grados. Además, las olas de calor en el Ártico han aparecido todos los años desde 2015, según los investigadores. La ola de calor más potente hasta la fecha en esa zona del planeta se produjo en 2020. Duró 103 días y tuvo temperaturas máximas cuatro grados superiores a lo normal. La probabilidad de que se produzca una ola de calor de este tipo sin la influencia de gases de efecto invernadero antropogénicos es inferior a un 1%, según el estudio, que indica: “Las olas de calor marinas anuales serán la norma”.
Menos hielo grueso
Por otro lado, los investigadores han demostrado por primera vez que las olas de calor se producen cuando el hielo marino se derrite temprano y rápidamente tras el invierno. Entonces, se acumula una cantidad considerable de energía calorífica en el agua cuando se alcanza la máxima radiación solar en julio.
“En 2007 comenzó una nueva fase en el Ártico”, indica Armineh Barkhordarian, experta en estadísticas climáticas de la Universidad de Hamburgo, antes de añadir: "Cada vez hay menos hielo más grueso y de varios años de antigüedad, mientras que el porcentaje de hielo fino y estacional aumenta constantemente". Barkhordarian recalca: "No solo la pérdida constante de hielo marino, sino también el calentamiento de las aguas puede tener efectos negativos dramáticos en el ecosistema ártico”. Entonces, Las cadenas alimentarias podrían colapsar, las poblaciones de peces reducirse y la biodiversidad disminuir.