Cada año, llegan a nuestros océanos ocho millones de toneladas de plástico, que no sólo matan a las ballenas, tortugas y aves marinas. También terminan en nuestra mesa, a través del pescado que comemos, la sal que echamos a nuestros platos y el agua que bebemos. Claramente, este material es una amenaza no solo para el planeta, también para nuestra salud. Por ejemplo, el 80% de las caballas pescadas en aguas canarias llevan en su estómago pequeños fragmentos de plástico, según un estudio que apuntaba a las fibras textiles procedentes de las lavadoras como la principal causa de contaminación.
Una empresa de buceo recreativo ha compartido un vídeo en suredes sociales que muestra cómo un buceador salva a un pez atrapado en una bolsa de plástico. El vídeo, que ya se ha viralizado, cuenta con más de cuatro millones de reproducciones, al presentar un problema que ha acabado por convertirse en algo cotidiano.
Pero los peces, comoel que protagoniza el vídeo, no son los únicos que se ven afectados por los plásticos del medio marino. Porque cetáceos y tortugas marinas han visto disminuir su población por culpa de este tipo de residuos. En el caso de las tortugas, ya se puede confirmar que el 100% de estos animales cuenta con microplásticos circulando por su organismo. Por su parte, las ballenas, delfines y demás cetáceos llevan en peligro desde 1970, cuando se dio el primer caso de una ballena encontrada con basura en su estómago. Además, en los últimos años, de 224 cetáceos varados en las Islas Canarias, 15 fallecieron por la ingesta de plástico.
No solo se ha viralizado un vídeo. Sino que el número de microplásticos en los océanos ha alcanzado tal magnitud, que ha acabado por convertirse en un problema de primer nivel en política. La pasada reunióndel Consejo del G7, que tuvo lugar en Canadá, si bien no terminó con una contribución para combatir la contaminación de los plásticos en los mares, sí contó con la condena pública por parte de todos los presentes. Canadá fue el único país en pronunciarse al respecto, al declarar que destinaría un total de 29,2 millones de dólares para la lucha contra los microplásticos, un concepto que ha sido elegido palabra del año en 2018.