El Instituto Internacional para la Gestión del Agua (IWMI) y la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) han estudiado cómo la agricultura afecta a la calidad del agua.
Los fertilizantes y pesticidas son los que han logrado que, en los últimos años, la producción de alimentos aumente. Este mercado mueve cada año más de 35.000 millones de dólares y crece con rapidez en países en vías de desarrollo donde no están prohibidos.
Los expertos indican que urge evitar que las sustancias tóxicas y difícilmente biodegradables lleguen a las aguas, motivo por el que en la mayoría de países ricos, la agricultura es la responsable del 70% de la contaminación del agua.
Un informe confirma que el 38 % de las masas de agua en la Unión Europea (UE) están bajo la presión de la contaminación agrícola, mientras que en Estados Unidos la agricultura es la principal causa de polución en ríos y arroyos, y en China está detrás de toda la contaminación por nitrógeno de las aguas.
En la ganadería el principal problema deriva de la incorrecta gestión de los excrementos de los animales, que contienen patógenos y una importante carga de materia orgánica que, si acaba en los ríos, consume el oxígeno que hay disuelto, algo similar a lo que ocurre en la agricultura con el exceso de nutrientes y materia orgánica. Se aconseja dosificar los piensos y dosificar las prácticas para evitar que se den este tipo de problemas.
En el estudio también puede observarse que los nuevos contaminantes que han surgido como medicinas para animales, contribuyen a un aumento de las bacterias resistentes a los antimicrobianos.
Entre las medidas recomendadas está optimizar y limitar la utilización de químicos, reducir el riesgo de contaminación de las aguas, establecer zonas de protección alrededor de las explotaciones agrícolas y utilizar sistemas de riego eficientes para recoger las aguas vertidas.