La idea de esta iniciativa es generar cambios positivos en los hábitos de los consumidores, puesto que el plástico es un material altamente contaminante con un impacto ambiental muy fuerte.
Angela, quien además es profesora, nació en Oregón, un estado que cuenta con extensas playas salvajes pero que no están exentas de los desechos plásticos.
En 2010 inició este proyecto junto con su pequeña comunidad de Bandon (Oregón) con el objetivo de limpiar las playas y, a día de hoy, ya son más de 10.000 voluntarios los que han recolectado más de 28 toneladas de plásticos que se han convertido en 80 esculturas de animales marinos en peligro de extinción o que son afectados por la contaminación marina.
A la hora de realizar cada escultura, la artista investiga en profundidad al animal para entenderlo y “ser su voz”.
Cada una de estas obras de arte pueden medir hasta cinco metros de altura, y todos los tapones, cepillos de dientes y demás productos plásticos que la forman han sido recogidos de las playas y el mar.
Por ejemplo, la medusa la ha esculpido con pelotas de golf, los pájaros y tiburones con chanclas de playa y mecheros, y la estrella de mar con las botellas de plástico consumidas durante los Juegos Olímpicos de Verano de China 2008 que aún llegan a las playas de Oregón.