Rick Anderson es un buzo profesional, dueño de una escuela de buceo en Port Jackson, Australia. Anderson, lleva más de 27 años dedicándose a esto pero, desde hace siete, un nuevo amigo ha aparecido en su vida: una pequeña cría de tiburón cornudo de metro ochenta, una especie de tipo nocturno y ovíparo que habita en la zona.
La primera vez que lo avistó, el buzo no dudó en acercarse a el. "Una vez que se acostumbró a mí, lo acuné en mi mano y le hablé con tranquilidad", ha afirmado Anderson a The Dodo.
Desde entonces, cada vez que se sumerge en una nueva expedición al fondo submarino, el tiburón le busca y la da toquecitos en las piernas hasta que lo sostiene en sus brazos.
Los tiburones de Port Jackson son más pequeños que los grandes tiburones blancos. Con esto, Anderson quiere concienciar a la población de que no hay que tener un temor excesivo a estos animales. En realidad, las personas son más peligrosas para los tiburones y se estima que se matan a unos 73 millones de estos animales al año para sopa de aleta de tiburón.
"Siempre me he sentido cómodo nadando entre estos animales", ha asegurado Anderson, que ahora tiene un nuevo amigo muy especial.