Así lo ha denunciado la Asociación de Juristas contra el Ruido, formada por abogados, que ha estudiado la situación de las ciudades españolas, entre las más ruidosas del mundo. Según sus datos, los nuevos ruidos que abordan los Ayuntamientos y soportan los ciudadanos provienen sobre todo de la ocupación por parte de los fumadores de la vía pública mientras consumen las bebidas.
Con ello, se traslada el ruido interior del establecimiento al exterior del mismo y a las viviendas superiores y colindantes, lo que convierte en "irrisoria y superflua cualquier insonorización".
En el caso de Salamanca, cuyo Ayuntamiento puso en marcha en 2010 una campaña contra el ruido, las principales fuentes de ruido son las fiestas y los "botellones" que se celebran en las viviendas, los producidos por los tubos de escape de las motos que incumplen las normas y el causado por los instrumentos o aparatos musicales.
En Valencia el ruido más relevante procede de los botellones y la contaminación acústica nocturna inherente a los mismos, a la que se suma un nuevo foco de ruido: la derivada de la prohibición de fumar en los espacios públicos.
La calle, añade, "ya no es de todos, es de los botellones, de la hostelería y de su bullicio o ruido insoportable para los vecinos que, si no los desahucian o embargan sus hogares, intentan de modo infructuoso hacer uso de los mismos para una función tan simple y humana como la de dormir y descansar por la noche".
En Sevilla el ruido más "enervante" procede de los veladores (sillas y mesas en el exterior), donde las autoridades "están empeñadas" en autorizar por "mera declaración responsable".
En la práctica, significa que las inspecciones las realizan los propios empresarios y que el sistema cautelar y disciplinario no funcione.
En Asturias, las quejas más generalizadas son las del tráfico: se han construido autovías que transcurren pegadas a las poblaciones y se han diseñado sus accesos de forma que penetran entre los edificios.
En Navarra, los problemas más graves proceden de espacios hosteleros y ha habido algún aumento en el ruido de tráfico urbano e industrial; en Valladolid sobresale el problema derivado del ocio, junto a los equipos de climatización de los edificios, vehículos de limpieza, tráfico y obras.
En el País Vasco, las fuentes de ruido son parecidas, aunque con peculiaridades: la existencia de ruidos transmitidos por industrias pequeñas y medianas a caseríos o poblaciones rurales cercanas, derivada de su abrupta geografía.
Además, las sociedades gastronómicas (txokos) no cuentan con aislamiento alguno y llevan a cabo actividades similares a la de un restaurante y, por último, la gran acumulación de bares en calles pequeñas y estrechas en las zonas antiguas de los pueblos y ciudades, a menudo con una escasa insonorización.
En Almería, los locales de ocio nocturno continúan siendo uno de los mayores problemas en cuanto a contaminación acústica.
Muchos de ellos, no solo están ubicados en pleno casco urbano sino que incumplen la normativa ya sea porque sus instalaciones son inadecuadas, ya sea por cierre del local más tarde de lo permitido, ya sea por descuido de los propietarios a la hora de explotar el negocio".
En Albacete, la crisis ha determinado "una ansiedad en colocar terrazas, toldos, casetas en la calle, que no solo invaden el dominio público, sino que pretende crear el ambiente que la solución del desempleo está en permitir actividades perjudiciales para la salud sin limitación alguna, con burla de las normas".
Como en la mayoría de las ciudades en Málaga el ruido procede sobre todo de las actividades ocio (bares con música, discotecas y terrazas son los más problemáticos...).
En Murcia, la actividad ruidosa se concentra en su parte central debido a la hostelería y, como novedad, empieza a haber problemas en zonas residenciales con algunas iglesias de confesiones distintas a la católica que se instalan en bajos comerciales o construcciones tipo chalets e incluso naves y que tienen un nivel de actividad "tan frecuente como molesto".