El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) prevé que el 74% del sistema eléctrico sea renovableen 2030, y que, para el año 2050, lo sea el 100%, gracias a la energía eólica y fotovoltaica, ambas intermitentes y no gestionables.
Para garantizar su suministro serán necesarias tecnologías de respaldo, entre las que se encuentran los sistemas de almacenamiento.
Por este motivo, en febrero se aprobó la Estrategia de Almacenamiento de Energía, que prevé que, en 2030, España cuente con 20 gigavatios (GW) de almacenamiento, frente a los 8,3 GW actuales, y con 30 GW en 2050, que supondrá un coste de más de 14.000 millones de euros.
El respaldo actual viene dado por los ciclos combinados de gas (27 GW), que prevén poder funcionar con gases renovables, las centrales de bombeo, que reutilizan el agua desembalsada, y las plantas termosolares que utilizan sales fundidas para almacenar energía.
Sin embargo, España presenta atrasos ante la falta de cuestiones por regular, y, sobre todo, en ver como se remunera a través de un esquema retributivo. Pretende sacar este sistema en el año 2030, pero esa fecha ya es tarde, porque debería estar listo para el año que viene.
La falta de almacenamiento implicará tener que sobredimensionar la potencia renovable para garantizar el suministro, algo inviable económicamente hablando. Para su rápido desarrollo es necesario implementar incentivos regulatorios que permitan la sostenibilidadeconómica requerida, y facilitar la tramitación de proyectos para agilizar su ejecución.
En lo que va de año, en España se han celebrado dos subastas de capacidad renovable a las que se podían presentar proyectos de almacenamiento, pero no pujó ningún plan de este tipo en ninguna de las dos subastas.
Por todo ello, es urgente la necesidad de incorporar capacidad de almacenamiento de forma significativa. También es importante que, a finales de año, pudiera celebrarse una subasta de renovables gestionables, pues España está perdiendo la carrera frente a otros países.
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