Es una situación que este científico, investido doctor honoris causa por la Universidad de Cádiz, ve evolucionar imparablemente, mientras los políticos y la sociedad miran para otro lado, sin querer ver un problema que, en su opinión, haría necesario declarar reservas protegidas la mitad de la superficie marítima de la tierra.
Daniel Paulay ha declarado , "Las reservas marinas protegidas son parte de la solución, pero su extensión es tan lenta que no es suficiente para responder a la meta", la de restaurar un medio en el que los peces cada vez son más pequeños y se ven obligados a buscar zonas de aguas más frías para poder respirar".
Paulay, uno de los 50 científicos más influyentes del mundo según la revista "Scientific American", ha explicado que los efectos negativos de la sobrepesca y del calentamiento global son muy parecidos para el ecosistema marino. Unos efectos que prefiere ilustrar con tres elocuentes fotos que reflejan la misma cara de felicidad en un pescador de Florida que en 1956 pescó un mero más grande que él; otro en 1980 con el mismo pescado, pero de la mitad de talla, y otro que en 2007 posaba triunfante con un pez de la misma especie más pequeño que su brazo.
"Todos piensan que el pescado es grande porque las cosas cambian y nosotros no lo sabemos, es un proceso de cambio de apreciación", explica mientras recuerda que otro de los factores que enmascaran esta realidad de la disminución de talla de los peces es que la mayor parte del pescado de un mercado, incluso en zonas pesqueras como Cádiz, "es de otras partes del mundo o de acuicultura".
Por eso Daniel Pauly, cree que es "necesario" tomar decisiones globales y disminuir la presión pesquera "hasta el 2020". Sabe que los políticos y los empresarios tienen "resistencia" a tomar este tipo de medidas y a "buscar pretextos" para no hacerlo, aunque, en su opinión, no perseguir ese objetivo es "cortarse la nariz". "En Estados Unidos hace 20 años se buscó esa reconstrucción de las pesquerías y ahora las capturas son más grandes, ha sido bueno económicamente", señala Pauly.
El mar, como el resto de planeta, sufre la "tolerancia de los políticos" y las actitudes de los responsables de industrias a los que "siempre hay que forzar" a tomar medidas para que sus empresas tengan "efectos neutrales" en los ecosistemas, según Pauly. Él, sin embargo, asegura que es "una tontería" eso de que la economía y la ecología sean contradictorios.
"La economía que destruye la ecología es una mala economía, porque no es una economía eficiente", sentencia mientras explica que las industrias pueden hoy en día buscar "nuevos trucos" para reducir sus emisiones, reutilizarlas y con ello, aumentar su rentabilidad. Aunque los efectos de la sobrepesca y del calentamiento en el mar "son lentos" y "no son visibles" para los consumidores de pescado, ya hay señales para hacer saltar las alarmas.
Uno de ellos es "el desarrollo inmenso de las medusas en todos los ecosistemas marinos" y otro las vistas desde el espacio de superficies de fango en fondos marinos. La presión pesquera actual, según este científico, es además "una tremenda pérdida" teniendo en cuenta que "se desperdicia más de un tercio de las capturas marinas porque se convierten en harina de pescado para alimentar animales".