Este proyecto comenzó cuando la DPNG y la Universidad de Yale, en EEUU, realizaron un muestreo de sangre de tortugas en el volcán y encontraron una con genes de la especie de la isla Pinta.
Esta especie tiene un caparazón tipo montura (el de los machos suele medir 120cm) que, en los siglos XVI y XVII sirvió como comida para los piratas y cazadores de ballenas, que acudían a la isla Isabela para descansar para finalizar su viaje. En el regreso a casa, cuando tenían sobrepeso, arrojaban las tortugas al agua que llegaban así al volcán Wolf, situado a más de 150 km de dicha isla.
Ocho más tarde, se recogieron nuevas muestras de sangre a 1.700 tortugas y en 2012 observaron que, cerca de 80 tortugas provenían de Floreana y otras de Pinta. En 2015, una nueva expedición volvió a la zona y descubrieron 55 tortugas muy parecidas a éstas. En este momento, el objetivo es la reproducción y cría para recuperar la especie y contribuir a la restauración del archipiélago.
Ya se han invertido más de un millón de dólares en este programa que se desarrolla en la isla Santa Cruz, en la que actualmente hay 20 tortugas, que a los 5 años se las trasladará a isla de Floreana.