El estudio, dirigido por Michael F. Benard, profesor asistente de Biología en dicha universidad, es uno de los primeros realizados en un hábitat natural para medir las consecuencias de uno de los principales efectos del cambio climático: las temperaturas más cálidas que conducen a la reproducción temprana en los anfibios y otros animales, como destaca un artículo sobre el trabajo que se publica en 'Global Change Biology'.
El profesor también ha detectado que cuando las ranas de madera crían a principios de año, sus descendientes retrasan su desarrollo. Este experto identificó estos patrones generales mediante el examen y el seguimiento de los eventos importantes de la vida de más de 50.000 crías y cientos de ranas de madera adultas durante más de siete años, comparando los datos con los registros del clima de invierno. "Se han realizado estudios de laboratorio sobre los efectos del calentamiento en la cría de la rana, pero lo que vemos en el laboratorio no es exactamente lo que estamos viendo en el campo", afirma Benard. Las ranas de madera, presentes desde el estado de Alabama hasta el de Alaska, deben, literalmente, descongelarse del invierno.
Los biólogos creen que esta especie se reproduce después de que las temperaturas y las precipitaciones alcanzan un cierto umbral durante un número de días, pero se desconoce la fórmula exacta. Durante la reproducción, cada hembra pone todos sus huevos en una sola masa, llamada puesta o nidada, lo que hace posible contar los huevos.
Después de analizar los datos recogidos entre 2006 y 2012, el profesor encontró que por cada aumento de grado Celsius en la temperatura diaria media máxima de invierno, las ranas de madera crían 4,2 días antes y el número de huevos por puesta recogida en los estanques disminuyó un 3,3% o un total de 24 huevos. "La disminución de huevos por puesta es probablemente debida al mayor consumo de energía por las hembras durante los inviernos más cálidos", argumenta Benard. Las ranas producen un tipo de anticongelante que evita que sus células se congelen, pero el líquido entre las células se congela, y el latido del corazón y la respiración de los animales se detiene en temperaturas bajo cero. Si las ranas permanecen congeladas durante más tiempo, su metabolismo se reduce en gran medida.
En oposición al calentamiento, más lluvia y nieve parecen tener un efecto positivo sobre la producción de huevos, de forma que por cada aumento de 2,5 centímetros de precipitación total, el número de huevos por nidada subió un 2,3% o 16,5 huevos. La razón es incierta, pero con el incremento esperado de las precipitaciones en algunas regiones por el cambio climático, el efecto puede ayudar a replicar las potenciales pérdidas asociadas con el calentamiento.
Michael F.Benard no encontró ningún efecto de la fecha de la cría en la supervivencia del renacuajo o su tamaño en la metamorfosis, pero la reproducción temprana se asoció con un retraso en el desarrollo de renacuajos. Resulta que a pesar de que los inviernos más cálidos desencadenan una reproducción temprana, cuando la cría se produce antes, el agua del estanque en el que se desarrollan los renacuajos es más fría que si la cría se produjera más tarde en la primavera, de forma que el agua más fría probablemente frenó el avance del huevo hacia la metamorfosis.