Investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha, la Universidad de la Ciudad de Nueva York (EE UU), el Museo Nacional de Ciencias Naturales, la Universidad de Alcalá y la Universidad de Helsinki (Finlandia), han analizado las correspondencias y desajustes entre las inversiones en conservación y los valores de la biodiversidad en la Unión Europea.
Los intrumentos de la UE deberían garantizar que los países con mayores valores de biodiversidad obtengan más fondos y recursos para la conservación que otros que tienen menos valores.
Para cada uno de los estados miembros, la investigación relaciona tres indicadores sobre inversión en conservación: la financiación recibida a través de proyectos LIFE, superficie protegida por la Red Natura 2000 y la destinada para medidas agroambientales, con otros tres: la riqueza total de especies, de especies endémicas y de especies de interés comunitario.
En general, hay una relación bastante ajustada entre las inversiones en conservación y las variables de biodiversidad. No obstante, se encontraron algunos desajustes en los países que reciben más o menos inversiones de las esperadas, en función de sus valores de biodiversidad.
Este es el caso de países como Portugal, Eslovaquia, Grecia y la República Checa, que reciben menos fondos de los que les corresponderían, mientras que en el caso opuesto están países como Reino Unido y Alemania.
España es, junto con Italia, el país con mayor biodiversidad de Europa y también dispone de muchos fondos y recursos. En concreto, es el que cuenta con mayor superficie de la Red Natura 2000 y el que más fondos de proyectos LIFE recibe. Sin embargo, la cantidad de dinero de medidas agroambientales es algo menor del que le correspondería en función de sus valores de biodiversidad, según aclara el estudio.
Las dos principales directivas europeas sobre conservación, Directiva Aves y Hábitats, son las que marcan las principales especies a proteger. El problema se encuentra en que la mayor parte de las especies no están incluidas en los "selectos" listados de especies, especialmente de los grupos que representan la mayor parte de la biodiversidad, es decir, plantas no vasculares, y sobre todo, invertebrados. “En resumen, los fondos y recursos se gastan en gestionar pensando en una minoría de especies”, añaden los investigadores.
Del estudio también se ha podido extraer que el uso extensivo de la aves como indicadores únicos de la efectividad de la conservación puede ser poco fiable por las relaciones entre biodiversidad e inversión, porque estas son mejores que las del resto de grupos estudiados.
Los científicos afirman que estos resultados podrían ser útiles en el marco de la nueva estrategia sobre biodiversidad hasta 2020 adoptada por la Comisión Europea, en la que se espera que los estados miembros favorezcan una redistribución más eficaz de los fondos destinados a la conservación.