El perro de una trabajadora de una universidad italiana iba ser operado por lo que, su dueña, decidió solicitar un permiso de baja laboral para estar junto a su mascota en ese duro momento.
En un principio esta baja laboral no fue aceptada por lo que esta bibliotecaria solicitó ayuda a una protectora de animales y, pese a que la mujer disponía todavía de dos días de vacaciones, protestó al entender que cuidar a su mascota después de una operación de carcinoma y de una patología de laringe era un motivo suficiente para que se le concediese el permiso retribuido.
Finalmente, consiguió el permiso basándose en sentencias anteriores del Tribunal Supremo, que establece penas de hasta un año de cárcel y multas de entre 1.000 a 10.000 euros por abandono y maltrato animal.
De esta manera, obtuvo la baja del centro académico para poder cuidar a su perro, un hecho que supone un gan paso adelante y un precedente importante para Italia, tal como ha asegurado Gianluca Felicetti, presidente de la protectora LAV que colaboró con la mujer en el caso y que ha explicado que "supone la toma de conciencia de que los animales forman parte del núcleo familiar, algo que debe ser reconocido por la ley".