La AEMA declara que las políticas ambientales adoptadas por los países europeos han tenido consecuencias positivas en la calidad del aire, por ejemplo en la reducción del tamaño de las partículas finas (PM2,5) a menos de 2,5 mircras. Estas moléculas han causado 412.000 muertes en 2016, un 2% menos que el año anterior. Además de ser perjudiciales para la salud, también causan pérdidas económicas debido a la reducción del rendimiento de la agricultura y de la productividad laboral.
La concentración de partículas finas seguía con valores demasiado elevados en siete Estados miembros de la UE en 2017 (Bulgaria, Croacia, la República Checa, Italia, Polonia, Rumanía y Eslovaquia) y cuatro Estados miembros, Bulgaria, Hungría, Polonia y Eslovaquia, todavía no habían alcanzado el objetivo fijado sobre la calidad del aire de 2015.
La AEMA recuerda a los ciudadanos europeos que viven en las grandes ciudades, que el aire que respiran es el más contaminado del continente, puesto que superan los valores recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El transporte por carretera, las industrias y los hogares son los principales causantes de la polución.