A pesar de los esfuerzos de veterinarios especializados en animales salvajes y conservacionistas marinos, que intentaron salvar a unas 90 ballenas que inicialmente habían sobrevivido cerca de la población de Arthur River, las condiciones meteorológicas adversas impidieron que la operación tuviera éxito. Así lo señaló el Departamento de Recursos Naturales y Medio Ambiente de Tasmania en un comunicado, advirtiendo que se prevé que el clima continúe desfavorable las próximas dos jornadas.
El biólogo Kris Carlyon, ha indicado que: "Todas las ballenas que quedan vivas serán sacrificadas. Cuanto más tiempo estén varados estos animales, más sufrirán. Todas las opciones alternativas han resultado infructuosas. La eutanasia siempre es el último recurso".
Las causas del varamiento, como en otros casos similares, siguen siendo un misterio, según el organismo. Aunque algunas teorías, según la comunidad científica, apuntan a que podrían ser atraídas por el sonar de grandes buques o guiadas por un cabeza de grupo desorientado debido a una enfermedad. También se ha planteado que son animales sociales y que, si uno de ellos comete un error y se introduce en aguas poco profundas, el resto le sigue.
Este tipo de incidentes no es nuevo en Tasmania. En 2020, unas 470 ballenas piloto quedaron varadas en la costa oeste de la isla, de las cuales solo un centenar logró ser rescatado y devuelto al mar. Dos años después, en 2022, un evento similar afectó a 230 ballenas en la bahía de Macquarie, donde más de la mitad falleció.
Tasmania, un territorio insular de Australia caracterizado por su naturaleza salvaje y escasa población, cuenta con un 20 % de su superficie protegida como Patrimonio Natural de la Humanidad, cubriendo una red de parques naturales que abarcan dramáticos desfiladeros expuestos a diversas glaciaciones, lagos cristalinos en antiguos cráteres y picos nevados inaccesibles.