Japón insiste en que la finalidad de capturar a las ballenas es contribuir a la gestión y conservación de los recursos marítimos mediante un análisis del contenido de sus estómagos. Los resultados se transmitirán a la Comisión Ballenera Internacional (CBI).
El país asiático ha recibido numerosas críticas por estos programas. Pero Japón defiende que el análisis lo utilizan, además, para calcular una cuota adecuada de captura de estas especies, según el comunicado oficial.
A parte de la captura, el equipo realizó un estudio de observación en el que se examinaron 413 ballenas sei y 50 minke, de las que se tomaron muestras de piel a nueve de ellas.
Esta actividad ballenera ha sido duramente criticada por parte de la comunidad internacional y organizaciones animalistas, puesto que consideran que se trata de pesca comercial encubierta. Esta acusación viene porque la carne de los especímenes estudiados es posteriormente vendida.
Tokio firmó la moratoria total de captura de ballenas con fines comerciales establecida en 1986 para tratar de conservar la especie y ese mismo año emprendió programas de capturas científicas, que aseguran estar amparados por la normativa de la CBI.
Además, Japón mantiene otro programa en la Antártida, que fue considerado ilegal por la Corte Internacional de Justicia en 2014 por no cumplir los "fines científicos".