Esta especie, que puede alcanzar los 27 metros de longitud, se podrá cazar desde ahora con fines comerciales, después de que el país asiático retomara estas actividades para otros tipos de ballena en 2019 tras más de tres décadas, explicó este jueves el portavoz gubernamental japonés, Yoshimasa Hayashi, en una rueda de prensa."Las especies de ballenas resultan un recurso alimentario importante y se deben usar de forma sostenible como otras especies del mar, basándonos en las evidencias científicas y la cultura tradicional", afirmó Hayashi. Hasta ahora, Japón permitía la caza de tres tipos de ballenas: la ballena de Bryde o de ojos grandes, la de Minke y la ballena de Sei, también conocida como norteña o boba.
La decisión de hoy se produce después de que el Ejecutivo japonés comenzara a recoger opiniones de los ciudadanos el pasado martes y hasta principios del mes que viene y a pesar de las críticas recibidas por parte de los grupos en contra de la caza de cetáceos. Japón reanudó en julio de 2019 la captura comercial de ballenas en sus aguas, una práctica que oficialmente no llevaba a cabo desde hace 32 años y que motivó que el país abandonara la Comisión Ballenera Internacional (CBI), que veta la caza de esos animales.
Poco consumo
Como indican los datos del Ministerio de Agricultura, Silvicultura y Pesca de Japón, en 2023, se cazaron 83 ballenas Minke, 187 ballenas Bryde y 24 ballenas Sei. Mientras tanto, el apetito por este tipo de carne sigue en mínimos históricos oscilando entre las 1.000 y 2.000 toneladas al año, lo que supone menos de un 1 % del consumo que se realizaba en la década de 1960, que era de unas 200.000 toneladas al año.
Esta caza ha deparado críticas de parte de la comunidad internacional e incluso una sentencia de la Corte de la Haya en contra de Japón, que defiende esta actividad pesquera como parte de su tradición y por su importancia económica pese al escaso consumo que se da actualmente en el país de la carne de cetáceo. La carne de ballena, que se consume en el archipiélago nipón en sashimi (cortes crudos), rebozada o cocida, fue un alimento muy apreciado en el Japón de posguerra por su bajo coste y alto valor nutricional