A finales de 2015, la Policía ambiental encontró a la jaguar herida en una selva en la provincia amazónica de Sucumbíos, en Ecuador, y la trasladó al hospital veterinario de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ) que, a través del programa Tueri, recauda fondos para ayudar a animales.
En el hospital, los veterinarios comprobaron que el animal tenía en su cuerpo 18 perdigones y que uno de ellos había afectado a su médula espinal lo que le impedía mover sus patas y su cola.
Después de dos meses de la operación, en la que intervinieron 18 médicos entre veterinarios y neurocirujanos, así como una fisioneuróloga, se trasladó a la jaguar a un parque ecológico en Nueva Loja (Sucumbíos) donde se trata a animales rescatados.
El animal cuenta con un collar que emitirá información de su ubicación cada dos horas y si la jaguar no se mueve durante varios días, el dispositivo emitirá una señal que avisará sobre su fallecimiento.
D’Yaira es "una embajadora porque ha llegado a cientos de personas con ese mensaje de regreso a la naturaleza, de volver a ser libre luego de haber sido afectada por el ser humano", ha concluido Andrés Ortega, coordinador ejecutivo del Instituto de Medicina de la Conservación de Fauna Silvestre Tueri.