Manuel Posada desarrolló su idea mientras trabajaba en Cabinda, Angola, donde le encargaron un proyecto de pequeñas centrales hidroelétricas y cuya puesta en marcha hubiera dificultado la reproducción de los peces y reducido su población.
Por ello, creó esta opción para que pudieran seguir moviéndose, basándose en una serie de turbinas helicoidales adaptadas con un sistema de bombeo que no solo daña a los animales, sino que hace posible que superen obstáculos, como los altos muros de las presas, de forma que puedan descender o remontar sin dificultad los cauces. Además, las escaleras permiten que las presas y embalses continúen funcionando sin problemas.
Este invento fue premiado con la medalla de oro en el Salón Internacional de Invenciones de Ginebra en 2018, pero el mayor premio para Posada, según afirma, sería poder llevar el proyecto a la practica y así recuperar la naturaleza viva del medio acuático, pues los peces migratorios, como los salmones, han visto descendida drásticamente su población.
Otro beneficio de estas turbinas es la generación de energía eléctrica renovable y limpia durante el descenso de los peces, algo que ayudaría a proteger el ecosistema, que puede crear una fuente de financiación y ser una ventaja de retorno de la inversión en este tipo de obra.
Para poder hacer realidad esta iniciativa, Posada ha empezado los trámites de registro de su Fundación Escalera para Peces Migratorios, con el objetivo de que esto le ayude a convencer de manera definitiva a las entidades públicas y privadas de los efectos positivos que tiene.