La acción coincide con la presentación de un estudio por parte de la organización en el que concluye que el número de automóviles diésel y de gasolina en las carreteras europeas debería reducirse en más de un 80 % para 2035, según ha informado Greenpeace.
La organización ecologista quiere mostrar que si el objetivo medioambiental es que la temperatura media del planeta no suba más de 1,5 grados, como recoge el Acuerdo de París, los motores de combustión, en menos de diez años, "solo podrán estar en los museos, como algo del pasado".
Greenpeace explica que si Europa quiere cumplir con el Acuerdo de París, "el mayor compromiso global hasta la fecha", la venta de automóviles de gasolina, diésel e híbridos convencionales en territorio europeo deben finalizar en 2028.
Así concluye el estudio que presentará Greenpeace, que ha sido elaborado por el Centro Aeroespacial Alemán (DLR), en el que se analizan los efectos de los cambios políticos y tecnológicos sobre la cantidad y los tipos de vehículos vendidos, así como su vida útil.
En el informe se plantean varios escenarios partiendo del parque móvil actual y de los tipos de coches que se venden (diésel, gasolina, híbridos, gas, híbridos enchufables y eléctricos) y calcula las emisiones acumuladas de CO2 en el parque circulante año tras año.
Asimismo, las ventas y existencias de cada tipo de motor, en función de unas condiciones de contorno.
Las conclusiones señalan que, a menos que se tomen medidas específicas, los automóviles convencionales deberían permanecer en los inventarios solo hasta principios de 2040.
Esto será posible solo si los gobiernos y la industria del automóvil asumen la responsabilidad de abordar el problema del cambio climático.
La eliminación progresiva de los motores de combustión interna "no solo beneficiará al clima, sino también ayudará a resolver la crisis de contaminación del aire y mejorará la calidad de vida", ha señalado Raquel Montón, responsable de movilidad de Greenpeace.
Es un reto para la industria del automóvil europea y española, pero no adaptarla supondrá "condenar a la desaparición a su sector, junto con la sentencia a muerte del clima", ha aseverado Montón.
Según Greenpeace, los actuales debates en el Parlamento Europeo y los gobiernos sobre las nuevas normativas de CO2 para automóviles y furgonetas, da una dimensión de hasta qué punto los políticos europeos "no comprenden la verdadera magnitud del desafío".
España es el quinto mercado de ventas de la UE con un 8 %, y el sexto país europeo con mayor cantidad de vehículos de pasajeros, la mitad que Alemania aproximadamente.
La acción de Greenpeace es una llamada de atención a los fabricantes para la reconversión de la industria en un modelo más sostenible y no contaminante, más aún cuando en España representa más del 10 % del producto interior bruto (PIB).
Asimismo, los ecologistas reclaman a la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, su inclusión en la Mesa de Movilidad para afrontar los diferentes aspectos que afectan a las ciudades por la presencia de los vehículos.