La historia de Willow

Este mastín napolitano tan sólo tenía cuatro semanas cuando su criador quiso deshacerse de él. Su raza pura es un gran reclamo para muchos amantes de los perros, pero la anomalía con la que nació impedía que el criador ganara dinero con él.

Willow nació con una condición congénita llamada síndrome del nadador. Esta singularidad significa que Willow no era capaz de estar de pie o caminar por sí mismo. Su pecho era plano y sus exterminades se tornaron hacia los lados. La enfermedad de Willow no tenía una solución inmediata: únicamente a base de cariño y rehabilitación, el perro podría caminar solo.

Cuando su cuidador estaba a punto de deshacerse de él, la suerte se puso de su parte. Jennifer Williams, una amante de los animales, vió en las redes sociales que el criador pretendía sacrificarlo si nadie se hacía cargo de él. Sin pensarlo dos veces, Jennifer se dirigió al criadero de perros donde se encontraba Willow, en el sur de California y decidió adoptarlo.

"Vi a cinco cachorros pequeños y perfectos corriendo por el patio. Luego me percarté de que a otro le costaba llegar", ha explicado Williams.

Willow estaba tan grave que no podía comer ni beber. Jennifer llevó inmediatamente al perro a la fisioterapeuta Gina Gould para que lo examinara. Gracias a la terapia, la natación y la rehabilitación de sus piernas, Willow comenzó a dar sus primeros pasos. En cuestión de meses, ya era capaz de correr. Ahora, ocho meses depués, Willow es un perro travieso, feliz y sano.