La cantidad de gases efecto invernadero ha marcado un nuevo máximo en 2014, según informa la Organización Mundial de la Meteorología (OMM). Los datos arrojados por este organismo confirman el aumento incesante que alimenta el cambio climático. En 2014, la concentración atmosférica de CO2 -principal gas de efecto invernadero de larga duración- alcanzó 397,7 partes por millón (ppm). En ese mismo año, en el hemisferio norte, las concentraciones de CO2 sobrepasaron el valor simbólico de 400 ppm en primavera, época en la que el CO2 es más abundante. En la primavera de 2015, la concentración atmosférica media mundial de CO2 cruzó también la barrera de 400 ppm.El estudio también pone de relieve la interacción entre los niveles crecientes de dióxido de carbono y de vapor de agua, dado que el aumento de las temperaturas en superficie causada por el CO2 provoca a su vez un aumento de los niveles globales de vapor de agua, lo que incrementa todavía más el efecto invernadero.Este estudio sobre los gases de efecto invernadero informa de las concentraciones atmosféricas -y no de las emisiones- de esos gases. Aproximadamente, un cuarto de las emisiones totales de CO2 son absorbidas por el océano y otro cuarto por la biosfera, reduciendo de ese modo la cantidad de ese gas en la atmósfera.El nivel de aproximadamente 278 ppm de CO2 concentrado en la atmósfera en la era preindustrial representaba un equilibrio entre la atmósfera, los océanos y la biosfera. Las actividades humanas, como la quema de combustibles fósiles, han alterado el equilibrio natural y en 2014 la concentración media mundial de CO2 alcanzó el 143% de la media en la era preindustrial, siendo de 397,7 ppm. El estudio alerta de que "lo más probable es que el promedio mundial anual supere las 400 ppm en 2016".El metano (CH4) es el segundo gas de efecto invernadero de larga duración más importante. El metano atmosférico alcanzó un nuevo máximo en 2014, de aproximadamente 1.833 partes por mil millones (ppmm), por lo que ahora equivale al 254% de su nivel preindustrial.Con respecto al óxido nitroso (N2O), su concentración atmosférica en 2014 fue de unas 327,1 ppmm, lo que equivale al 121% de los niveles preindustriales. Su efecto en el clima a lo largo de un período de 100 años es 298 veces superior al de las mismas emisiones de dióxido de carbono. Este gas también contribuye significativamente a la destrucción de la capa de ozono estratosférico, que nos protege de los rayos ultravioleta nocivos del Sol.El informe recuerda que el CO2 "es una amenaza invisible pero muy real", que trae consigo unas temperaturas mundiales más altas, un mayor número de fenómenos meteorológicos extremos (olas de calor, sequía, etc.) la fusión del hielo, el aumento del nivel del mar y el incremento de la acidez de los océanos.Asimismo, el texto alerta de que las emisiones actuales tendrán un efecto que perdurará por siglos. "El dióxido de carbono permanece en la atmósfera durante cientos de años y en el océano aún mucho más. Las emisiones pasadas, presentes y futuras tendrán un efecto acumulativo tanto en el calentamiento de la Tierra como en la acidificación de los océanos", concluye el texto.