La lucha global contra el cambio climático ha perdido a uno de sus líderes más influyentes: el papa Francisco, quien durante su pontificado se consolidó como una voz firme y comprometida con la protección del medioambiente. Desde los inicios de su mandato, el pontífice dejó claro que la defensa de la “casa común”, la Tierra, debía ser una prioridad ética, espiritual y política.

En junio de 2015, apenas un año después de convertirse en el máximo representante de la Iglesia católica, Francisco publicó “Laudato si”, considerada la primera encíclica verde de la historia. En ella hizo un llamamiento urgente a cambiar los estilos de vida, los modelos de producción y consumo, y a reformar las estructuras de poder que perpetúan la desigualdad y el deterioro ambiental.

El papa denunció que el planeta se estaba convirtiendo en un “inmenso depósito de porquería”, y exigió limitar el uso de recursos no renovables, moderar el consumo, y fomentar el reciclaje. También criticó la privatización del agua y remarcó que los más pobres son los principales afectados por la degradación ambiental.

Un activismo constante

A lo largo de su pontificado, Francisco amplificó su mensaje ambiental en múltiples foros internacionales. Aunque no pudo asistir presencialmente a la COP28 de Dubái por motivos de salud, participó por videoconferencia en un acto junto al gran imán Ahmed al Tayeb, jeque de Al Azhar, con quien hizo un llamado conjunto a la paz y la acción climática.

En su intervención, instó a las religiones a trabajar unidas por el planeta, dando ejemplo de estilos de vida sostenibles y presionando a los gobiernos para que tomen medidas efectivas. “Demos ejemplo, como representantes religiosos, para mostrar que un cambio es posible”, declaró.

También tuvo una presencia activa en la COP21 de París, celebrada en 2015, donde pidió a los líderes mundiales compromiso real para frenar el cambio climático. De esa cumbre nació el histórico Acuerdo de París, piedra angular de la política ambiental internacional.

En su exhortación apostólica “Laudate Deum” (octubre de 2023), Francisco retomó y actualizó su mensaje, advirtiendo que el mundo se está “desmoronando” y acercando a un punto de no retorno. Criticó a los dirigentes políticos por su inacción, motivada por intereses económicos, y denunció el negacionismo climático y las burlas irresponsables que trivializan el calentamiento global.

"Somos parte de la naturaleza"

Francisco insistió en que los seres humanos “somos parte del medio ambiente” y, por tanto, cualquier daño a la naturaleza es un daño directo a la humanidad. Subrayó que los efectos del cambio climático afectarán cada vez más a la salud, el trabajo, el acceso a recursos, la vivienda y los flujos migratorios.

Entre sus mensajes más poderosos figura su llamado al “arrepentimiento de los pecados ecológicos”, una categoría moral que creó para referirse a los actos humanos que deterioran gravemente el planeta, como la deforestación o el uso indiscriminado de combustibles fósiles.

En 2023, con motivo del Día de la Tierra, escribió en la red X (antes Twitter): “Nuestra generación ha heredado muchas riquezas, pero no ha sabido custodiar el Planeta ni la paz”.

Una voz comprometida hasta el final

En uno de sus últimos gestos simbólicos, Francisco recibió su primer “papamóvil” eléctrico y dirigió un mensaje a la Federación Automóvil Club de Italia, alertando sobre el impacto de la contaminación por vehículos. “El número de coches, el consumo de energías no renovables y la contaminación tienen un impacto innegable en nuestra casa común”, afirmó.

Así, el papa Francisco construyó un legado único, posicionando el cuidado del medio ambiente como una causa universal, moral y profundamente humana, que interpela a creyentes y no creyentes por igual. Su liderazgo ha dejado una huella duradera en la forma en que el mundo, y en especial la Iglesia católica, entiende y enfrenta la crisis ecológica global.