La fórmula define el riesgo que tienen de extinguirse cada una de las especies si no se hace nada, concibe un proyecto para salvarla y aporta su coste, además del beneficio, que es aumentar la probabilidad de que sobreviva y, tras esto, se estima la posibilidad de éxito. El resultado que se pretende generar es una lista de especies en un orden de prioridad para saber en cuáles destinar mayor dinero.
En lugares como Nueva Zelanda y Australia ya se ha aplicado esta medida y, se tienen en cuenta el coste, el beneficio y la probabilidad de éxito de salvar una especie. En Nueva Zelanda tardaron dos años para lograr una lista de 700 especies en la que se incluyó otro factor: su antigüedad. Tras ver que la fórmula funcionaba, se destinaron 1.000 millones de dólares más.
En la Gran Barrera de Coral australiana está el mayor ejemplo de la aplicación de esta fórmula matemática. Allí la herramienta permitió expandir del 5 al 35% las áreas protegidas, conservando las especies y con una mejora de la pesca.
Los científicos han alertado del impacto de la llamada "sexta extinción masiva", en la que la población de más del 30% de las especies de animales vertebrados está disminuyendo.
Se prevé que la ecuación se implemente pronto en América, donde el 'Servicio de Pesca y Vida Salvaje' estadounidense está analizando su uso para optimizar los esfuerzos de conservación después que el gobierno de Donald Trump anunciara recortes en el presupuesto de protección medioambiental.