El ingeniero forestal insiste en la necesidad de "recuperar un paisaje menos favorable al fuego" que al mismo tiempo sea "productivo", poniendo fin al abandono progresivo de prácticas del sector primario como campos de cultivo y pasto cerca de las viviendas, que actuaban como "cinturón de seguridad".
"La gestión urbanística ha ignorado el riesgo por incendios durante decenios", al contrario que el riesgo sísmico o las inundaciones, según Eduard Plana, el fundador de la Fundación Pau Costa.
No obstante, reconoce que resulta "complejo tipificar las situaciones en las que se pueden dar incendios" porque "no tienen recorridos predefinidos" y escapan a la estadística, aunque hay que contar con periodos de sequía cada vez más intensos y frecuentes como consecuencia del cambio climático.
Dalmau-Rovira es partidario de aplicar el "conocimiento acumulado" en prevención para otorgar "el protagonismo que se merece" al urbanismo y la planificación territorial.
El monte español tiene diferentes modelos urbanísticos, desde las "indefendibles e irreconducibles" como las casas aisladas o la combinación de viviendas y masas forestales, hasta las urbanizaciones compactas, donde es más sencillo establecer "líneas de defensa ante las llamas", según los expertos.
El paisaje más resiliente es el "mosaico agroforestal", según el ingeniero, que integra "zonas de cultivo con caminos, zonas forestales y núcleos urbanos".
Respecto a las urbanizaciones, la legislación aborda "parcialmente" el riesgo que corren pues "demanda la creación de franjas perimetrales, que reducen el impacto sobre primera fila pero ignoran posibles focos secundarios" que pueden prender en la propia urbanización, señala Plana.
Las comunidades pueden mejorar su resiliencia a través de la autoprotección. El 80% de municipios en zonas de alto riesgo por incendios carecen de planes al respecto y, por tanto, de "herramientas para evitar la emergencia y, en caso de que se produzca, para saber qué hacer", según un informe de Greeanpeace.
En parcelas individuales, algunas medidas útiles pasan por instalar persianas de aluminio y ventanas aislantes, limpiar regularmente canalones y pilas de leña o plantar especies de jardinería resistentes al fuego "evitando, por ejemplo, los cipreses", ha señalado Dalmau-Rovira; también es posible acondicionar piscinas para emergencias.
En el plano colectivo, hay asuntos mejorables como la accesibilidad a las viviendas, la gestión de puntos de agua o la creación de viales perimetrales, explica el director de Medi XXI, que acumula más de 350 acciones formativas con colectivos y comunidades vecinales.
Una de ellas es la del municipio de El Vedat de Torrent (Valencia), que en 2012 recibió el reconocimiento internacional 'Best Practice to Improve the Living Environment' por su defensa de la interfaz urbano-forestal mediante planes de prevención y autoprotección.
La elaboración de planes de autoprotección es una responsabilidad compartida ya que "corresponde al Ayuntamiento redactarlo como parte del Plan de Emergencias municipal" y a la comunidad de residentes implementarlo a través de jornadas formativas.
"Se trata de crear una cultura del riesgo" que ahora mismo "no existe", porque "la gente asume que vive en sitios donde todo está controlado", indica Plana.
Sin embargo, Plana añade que no se puede atribuir la "responsabilidad plena de la gestión del riesgo a la población", ya que se trata de un reto "global" que afecta de forma transversal a "todas las administraciones" y sectores como el forestal, los cuerpos de emergencia, las aseguradoras, el urbanismo o el agrícola.