Bruselas tiene el objetivo de mejorar la protección de la salud y el medioambiente frente a sustancias peligrosas. Así, las autoridades se han basado en un estudio, llevado a cabo desde 2016, que propone alternativas seguras y sin mercurio para las lámparas fluorescentes.
En concreto, el Ejecutivo europeo ha puesto en marcha una docena de normativas con las que quiere retirar la gran mayoría de las excepciones recogidas en las reglas actuales sobre el uso de sustancias peligrosas en dispositivos eléctricos y electrónicos.
El paso siguiente consiste en enviar estas normativas al Parlamento Europeo y al Consejo de la UE para que en un plazo de dos meses puedan oponerse o introducir modificaciones.
El planteamiento de Bruselas tiene en cuenta dos periodos de transición que oscilan entre los 12 y los 18 meses para permitir que los operadores económicos se ajusten a las nuevas reglas.
Sin embargo, todavía se permitirá el uso de mercurio en algunas categorías de lámparas usadas en el sector industrial y médico porque "no hay sustitutos suficientes" libres de este metal.
La Comisión Europea calcula que en el mercado comunitario existen en la actualidad unas 5.000 millones de lámparas con mercurio. Poner fin a las excepciones actuales significará una reducción de unos 2.800 kilos de mercurio.
Por su parte, las autoridades comunitarias también consideran que la eliminación gradual de las lámparas con mercurio supondrá unos beneficios totales netos con el paso del tiempo, gracias a unos mayores ahorros energéticos. Además, contribuirá a un recorte de las emisiones de gases de efecto invernadero.