El reglamento sobre envases y residuos de envases fue respaldado por 476 votos a favor, 129 en contra y 24 abstenciones, y adquirirá carácter oficial cuando el Consejo de la UE, que representa a los Estados miembros, confirme también el acuerdo provisional alcanzado el pasado marzo con la Eurocámara.
El paquete normativo busca fomentar la economía circular y opera sobre toda la vida útil de los envases y busca reducirlos en cantidad, reutilizarlos cuando sea posible, reciclarlos al término de su tiempo de vida y minimizar la presencia de sustancias nocivas en los mismos. Se trata de reducir el impacto de los embalajes en términos medioambientales y de salud, partiendo de que cada europeo genera casi 190 kilos de residuos de envases cada año y se espera que esta cifra aumente a 209 kilos en 2030 sin medidas adicionales, según los datos que maneja la Comisión Europea.
Menos es más
El reglamento establece objetivos de reducción de envases (5 % para 2030, 10 % para 2035 y 15 % para 2040) y exige a los países de la Unión Europea que reduzcan, en particular, la cantidad de residuos de envases de plástico. Además, a partir del 1 de enero de 2030, se prohibirán ciertos formatos, como los envases destinados a frutas y verduras frescas sin procesar, aquellos utilizados para alimentos y bebidas consumidos en cafeterías y restaurantes y las porciones individuales para productos como condimentos, salsas, cremas o azúcar, así como los envases en miniatura para productos cosméticos o los envoltorios para maletas en aeropuertos.
También quedan incluidas en la prohibición las bolsas de plástico muy ligeras (menos de 15 micras), a menos que sean necesarias por razones de higiene o se proporcionen como embalaje primario para alimentos a granel para ayudar a evitar el desperdicio de alimentos. El reglamento incorpora una prohibición del uso de los llamados químicos permanentes o eternos en envases en contacto con alimentos (sustancias alquílicas perfluoradas y polifluoradas o PFAS, por sus siglas en inglés). Estas sustancias son un conjunto de unos 4.700 agentes químicos sintéticos que se acumulan en los seres humanos y en el medio ambiente y pueden provocar problemas de salud como daños hepáticos, enfermedad tiroidea, obesidad, problemas de fertilidad y cáncer, según la Agencia Europea del Medio Ambiente.
Debido a sus propiedades impermeables tanto al agua como a la grasa, a su resistencia al calor y a su gran estabilidad, esas sustancias fabricadas por el ser humano se utilizan en una amplia variedad de productos, que van desde las cajas de pizza a los componentes electrónicos pasando por el teflón o productos de limpieza. Se denominan "químicos eternos" porque gozan de una persistencia excepcional.
Economía circular
Las nuevas normas incluyen también un objetivo específico para envases reutilizables para bebidas alcohólicas y no alcohólicas para 2030 (al menos un 10 %), aunque los Estados miembros pueden conceder una excepción de cinco años bajo determinadas condiciones. Los distribuidores finales de bebidas y comida para llevar en el sector de la restauración estarán obligados a ofrecer a los consumidores la posibilidad de traer su propio envase. También se les exigirá que se esfuercen por ofrecer un 10 % de los productos en un formato de embalaje reutilizable de aquí a 2030.
Además, los Estados miembros deberán incentivar a los restaurantes, cantinas, bares, cafeterías y servicios de catering para que sirvan agua del grifo (cuando esté disponible, de forma gratuita o por una tarifa baja) en un formato reutilizable o recargable. Las normas prevén determinadas exenciones para la madera ligera, el corcho, los textiles, el caucho, la cerámica, la porcelana o la cera y los criterios estrictos sobre qué envases deberán ser reciclables se definirán mediante legislación secundaria. Asimismo, el 90 % de los envases de bebidas de plástico y metal de un solo uso (hasta tres litros) se recogerán por separado en 2029.