El estudio, publicado este lunes en la revista ‘The Lancet Public Health’, fue elaborado por 69 investigadores y analiza los vínculos entre el cambio climático y la salud en Europa a partir de 42 indicadores. “El cambio climático no es un escenario teórico de un futuro lejano: está aquí y mata. Es probable que los impactos del cambio climático empeoren dentro y fuera de Europa, afectando al bienestar de miles de millones de personas”, concluyen los autores. Los resultados de los indicadores muestran que los efectos negativos del cambio climático sobre la salud han ido en aumento en comparación con los niveles de referencia y que la mayoría de los efectos superan los niveles registrados anteriormente.
Fallecimientos
Por ejemplo, las muertes relacionadas con el calor se han incrementado en la mayor parte de Europa, con una media de 17,2 fallecimientos por cada 100.000 habitantes entre los decenios 2003-2012 (50,8 decesos) y 2013-2022 (68,0). Además, este aumento se ha detectado en el 94% de las 823 regiones analizadas. Y no se distribuye equitativamente entre sexos, puesto que el incremento de la mortalidad asociada al calor fue casi el doble entre las mujeres (21,5 muertes) que en los hombres (13,8). España es el país europeo con mayor subida de la mortalidad vinculada al calor, con 39,9 muertes más por cada 100.000 habitantes entre los dos decenios examinados (Cáceres y Ciudad Real son las regiones europeas con las tasas más altas, junto con el distrito portugués de Braganza).
Por el contrario, Islandia ocupa la última posición en el ranking de países (1,0 muerte más). Por otro lado, el informe incluye un índice de vulnerabilidad al calor, que se extrae al combinar datos demográficos y médicos como el porcentaje de población mayor de 65 años, el porcentaje de personas que vive en áreas urbanas y la prevalencia de enfermedades asociadas a las altas temperaturas. Así, la vulnerabilidad al calor aumentó un 9% entre 1990 y 2022 en Europa, sobre todo en el sur del continente (un 11% más), al contrario que el norte y el oeste (un 5% en ambos casos). El número de días de ola de calor en Europa aumentó un 41% entre los decenios 2000-2009 y 2012-21, sobre todo en el centro y el sur de España (al menos 10 días más), así como en Grecia y algunos países del este.
"El cambio climático ya está causando estragos en la vida y la salud de las personas en toda Europa", según Rachel Lowe, directora de ‘The Lancet Countdown’ en Europa, profesora de investigación en el ICREA (Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados) y líder del grupo de Resiliencia Sanitaria Global en el Barcelona Supercomputing Center. Lowe añade: "Nuestro informe aporta pruebas sobre el alarmante aumento de los impactos en la salud relacionados con el clima en toda Europa, incluyendo la mortalidad relacionada con el calor, las enfermedades infecciosas emergentes y la inseguridad alimentaria y del agua. Ha llegado el momento de tomar medidas sin precedentes para limitar estos impactos negativos sobre la salud en Europa y en todo el mundo".
Estrés térmico
Las horas de riesgo de estrés térmico para la actividad física aumentaron entre 1990 y 2022 tanto para las de intensidad media (por ejemplo, ciclismo o fútbol) como extenuantes (por ejemplo, rugby o ciclismo de montaña), lo que posiblemente se traduzca en una reducción del ejercicio físico y, por tanto, un aumento del riesgo de enfermedades no transmisibles. El sur de Europa tiende a verse más afectado por las enfermedades relacionadas con el calor, los incendios forestales, la inseguridad alimentaria, la sequía, las enfermedades transmitidas por mosquitos y la leishmaniasis. En cambio, el norte se ve igual o más afectado por la bacteria Vibrio y las garrapatas, que pueden propagar enfermedades como la enfermedad de Lyme y la encefalitis.
La mortalidad relacionada con el calor es dos veces mayor en las mujeres que en los hombres, los hogares con bajos ingresos tienen más probabilidad de experimentar inseguridad alimentaria, las muertes atribuibles a una dieta desequilibrada son mayores entre las mujeres y la exposición al humo de los incendios forestales crece en las zonas muy desfavorecidas. "El cambio climático es intrínsecamente un problema de justicia social y medioambiental", subraya Kim van Daalen, autora principal del informe e investigadora posdoctoral en el Barcelona Supercomputing Center.
Inseguridad alimentaria
Además, el informe indica que tanto el inicio como el final de la estación polínica se han desplazado en los casos del aliso, el abedul y el olivo, mientras que la duración de la estación se ha mantenido prácticamente igual en la mayor parte de Europa. En 2021, casi 60 millones de personas experimentaron inseguridad alimentaria moderada o grave en Europa, de los que 11,9 millones pueden atribuirse a un mayor número de días de ola de calor y meses de sequía. Ese mismo año, las emisiones procedentes de combustibles fósiles fueron de 5,4 toneladas de CO2 por persona en Europa, seis veces más que las de África y casi tres más que las de América Central y del Sur. En 2022, las pérdidas económicas debidas a fenómenos meteorológicos extremos en el continente ascendieron a 18.700 millones de euros, lo que supone un 0,08% del PIB europeo. Un 44,2% (8.200 millones) no estaban aseguradas.
“Transición saludable”
Por otro lado, 29 de los 53 países analizados siguen concediendo subvenciones a los combustibles fósiles -petróleo, gas y carbón-, aunque la inversión en energías limpias superó a la de combustibles fósiles en un 261% en 2022 (404 millones de euros frente a 112 millones). Según los investigadores, el ritmo al que los países europeos avanzan hacia unas emisiones cero netas sigue siendo “lamentablemente inadecuado”. Con la trayectoria actual de Europa, la neutralidad de carbono se alcanzará en 2100. Para cumplir las recomendaciones del último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de llegar a cero emisiones netas en 2040, las emisiones de los sistemas energéticos europeos deberían reducirse a un ritmo tres veces superior al actual.
"Limitar el calentamiento global a menos de 1,5 grados centígrados mediante una transición justa y saludable supondría beneficios que salvarían vidas en toda Europa y fuera de ella. En lugar de enfrentarnos a la mala salud y a las amenazas a nuestros medios de vida, en los países europeos podríamos sentir los beneficios para la salud de un aire limpio, mejores dietas, reducción de la desigualdad y ciudades más habitables mediante la aplicación urgente de políticas climáticas centradas en la salud y el bienestar", remata Lowe.