La Agencia Espacial Europea (ESA) lanzará el próximo 29 de abril su innovador satélite Biomass, una misión pionera que utilizará tecnología de radar para observar el interior de los bosques desde el espacio. El objetivo es medir la biomasa forestal sobre el suelo (troncos, ramas y tallos), donde se almacena la mayor parte del carbono vegetal, y mejorar así la comprensión del ciclo global del carbono y el papel esencial de los bosques en la regulación del clima.
Biomass es la séptima misión del programa Exploradores de la Tierra de la ESA, y será el primer satélite equipado con un radar de apertura sintética en banda P, capaz de penetrar la cubierta vegetal y obtener información detallada sobre la estructura y altura de los bosques.
La directora de Programas de Observación de la Tierra, Simonetta Cheli, explicó que los bosques cubren un tercio de la superficie terrestre, concentran el 80 % de la biodiversidad y absorben anualmente unos 8.000 millones de toneladas de dióxido de carbono, que convierten en carbono almacenado en su biomasa. Sin embargo, cada día se pierden alrededor de 100 kilómetros de bosques tropicales, lo que subraya la urgencia de monitorizarlos con precisión.
El satélite será lanzado a bordo de un cohete Vega-C desde el puerto espacial de Kurú, en la Guayana Francesa, y operará a una altitud de 666 km. Desde allí, recopilará datos que serán contrastados con mediciones terrestres gracias a acuerdos con países como Brasil, en el marco de la cooperación científica internacional. La misión también prevé intercambiar datos con otras agencias espaciales, incluida la NASA, aunque la ESA sigue de cerca la evolución de las políticas estadounidenses sobre cambio climático.
Biomass permitirá a los científicos estimar con más exactitud el contenido de carbono en los bosques, analizar su evolución y contribuir a los esfuerzos globales contra el calentamiento global. Su tecnología podrá incluso medir la altura de los árboles y ayudar a comprender mejor la dinámica forestal a escala global.
El desarrollo de esta misión ha requerido nueve años de trabajo conjunto entre 20 países europeos, Canadá y Estados Unidos, con Airbus Reino Unido como contratista principal y la participación de más de 80 empresas. La ESA ha destacado la misión como un ejemplo sobresaliente de colaboración tecnológica internacional al servicio de la sostenibilidad planetaria.