Los cultivos y otras plantas se enfrentan constantemente a condiciones adversas del medio ambiente, como aumento de las temperaturas y disminución de los suministros de agua dulce. Este hecho medioambiental supone que el coste agrícola sea mucho mas caro.
Cuando las plantas se encuentran con la sequía, producen naturalmente ácido abscísico (ABA), una hormona del estrés que inhibe el crecimiento de la planta y reduce el consumo de agua. Esta hormona produce que las hojas llamadas estomas conserven mejor el agua y así puedan sobrevivir.
Un equipo de científicos, dirigido por Sean Cutler, de la Universidad de California Riverside, en Estados Unidos, ha demostrado que se podrían diseñar los cultivos amenazados por la sequía para que respondan como si fuera ABA y, por lo tanto, mejorar su supervivencia durante la sequía.
Culter ha afirmado que esta estrategia da respuesta a las plantas reprogramadas y que permitirá a otros agroquímicos controlar otras características útiles, como las tasas de resistencia a enfermedades o de crecimiento.
El hallazgo pone de manifiesto el poder de los productos agroquímicos para manipular los cultivos y abrir nuevas puertas para mejorar los cultivos que podrían beneficiar a una población mundial en crecimiento.