Los investigadores han establecido que la mano del hombre no solo afectaría a la reducción del número de ejemplares de estos simios, sino que también generaría cambios en el repertorio de conductas de esta especie.
Al igual que en las comunidades humanas locales, se había estudiado que los chimpancés desarrollaban distintas habilidades o tradiciones culturales, dependiendo de la zona donde habitasen. Por ejemplo, se observó que en algunas zonas los simios usaban piedras para abrir determinadas nueces, ignoradas por sus congéneres de otras localidades.
Sin embargo, el contacto de estas poblaciones con el ser humano ha empezado a hacerse más notable por la desaparición de muchas de las actividades aprendidas y transmitidas entre los miembros de un mismo grupo. Generalmente, de forma directa entre madre e hijos. Después de analizar 144 comunidades de chimpancés distribuidas en 46 áreas de quince países de África, se concluyó que aquellas próximas a poblaciones urbanas evitaban desarrollar actividades que pudieran provocar ruido, así como comunicarse a través de gritos o chillidos.
Los investigadores, entre los que forma parte el Instituto Jane Goodall España, advierten de que estas nuevas conductas, para “no ser descubiertos por los humanos y sortear así el riesgo de caza y el tráfico de crías, a la larga dejarán de transmitirse y se diluirán en el tiempo”.
Para combatir esta pérdida de “patrimonio cultural” de los chimpancés, se pide que las políticas de conservación sean “mucho más integradoras y que se creen reservas con proyectos de desarrollo sostenible asociados”, donde se implique y beneficie la población local.