El cambio global no afecta a los ecosistemas de manera gradual sino que en la mayor parte de los casos sus efectos se acumulan lentamente hasta que causan un colapso repentino que no tiene vuelta atrás.
Hasta ahora, los efectos del cambio global se habían estudiado "en sistemas sencillos, con pocas variables", y se había visto que, a menudo, el cambio es "discontinuo y abrupto" pero que, bajo ciertas circunstancias, se puede predecir la cercanía a un punto de transición.
"Por ejemplo, en un lago contaminado diariamente con nitrógeno, parece que no pasa nada hasta que se llega a una concentración crítica de nitrógeno. En ese momento, un pequeño incremento produce un cambio radical y el lago pasa de tener aguas cristalinas a turbulentas, de tener muchas especies a unas pocas", explica el investigador del CSIC Jordi Bascompte, de la Estación Biológica de Doñana.
El reto del trabajo era ver si estos 'indicadores de cambios abruptos' pueden funcionar en sistemas mucho más complejos como las redes de dependencia mutua entre especies formadas por centenares de especies interactuando entre ellas. Para ello, los investigadores compilaron datos de 79 redes de interacciones mutualistas (plantas y polinizadores principalmente) de todo el mundo y sobre este "esqueleto" simularon por ordenador la variación temporal en las biomasas de dichas especies y observaron su evolución.
"Fuimos reduciendo el efecto mutualista entre un polinizador y la planta que poliniza y rebajamos la eficacia de ese servicio, simulando así los efectos del cambio global y vimos que en determinadas condiciones el sistema colapsaba de forma abrupta", comenta el investigador. El efecto del cambio global, por tanto, es "como desplazar una taza por la superficie de una mesa. Aparentemente, la taza sólo se mueve unos centímetros pero cuando se acerca al borde, un leve empujón hace que la taza caiga al suelo y se haga añicos.
En las redes de interacción entre especies, afirma Bascompte, "la situación es muy parecida", los sistemas acumulan los cambios hasta que traspasan un "punto de no retorno" que les lleva al colapso. Para el investigador, el resultado del estudio es importante porque "puede hacer que las predicciones del efecto del cambio global sean peores de lo que se ha planteado basadas en los cambios observados hasta ahora".Las conclusiones del estudio indican, por tanto, que en la mayor parte de los ecosistemas no hace falta grandes cambios.
Pero ¿en qué punto estamos globalmente? "Es una pregunta complicada a la que hace un par de años un grupo internacional de investigadores coordinados por Anthony Barnosky nos enfrentamos. Uniendo evidencia de estudios locales, información del registro fósil y estudios teóricos, se puede decir que estamos muy cerca de un punto de no retorno global y que este es el momento de tomar medidas", advierte Bascompte.