Una vez depositados en el correspondiente contenedor, los residuos siguen un proceso que depende en gran medida de su separación. Una responsabilidad que en nuestro país se le confía al ciudadano.

Sin embargo, la costumbre más cómoda y extendida en España es depositar estos residuos orgánicos y reciclables en la misma bolsa, lo cual dificulta y hace más cara su correcta gestión.

La separación que no se hace en casa deber realizarse en instalaciones multidisciplinares y especializadas como el Parque Tecnológico de Valdemingómez en Madrid.

En Valdemingómez se encargan de dar un destino a la materia orgánica presente en la denominada "bolsa resto" -947.963 toneladas recogidas en 2009-, mediante procesos como el compostaje y la biometanización, en los que se revalorizan estos desechos, antes de optar por la incineración o el vertedero.

España compostó en 2009 cerca del 24% de la materia orgánica recogida, más de cinco puntos por encima de la media europea, estimada en el 18%.

La recuperación energética de la materia orgánica puede realizarse por tres vías: almacenamiento y desgasificación en vertedero, desgasificación inducida en las plantas de biometanización, y la final incineración de lo que no puede aprovecharse, en España, cerca de un 21% de los residuos después de separar los materiales reciclables.

Aunque se utiliza como fuente de energía calorífica y reduce significativamente el volumen de los desechos, la incineración puede ser muy contaminante si no se utilizan los filtros apropiados y se queman materiales tóxicos.

La nueva Ley de Residuos, tal como se defendió el pasado mes en el Congreso, pretende reducir el volumen de basura que termina en los vertederos y favorecer una mejor gestión de los residuos.

Sin embargo, organizaciones como Ecologistas en Acción lamentan que no sea mas "ambiciosa". "No hay objetivos fijados para la reducción de basura y no supera a la anteriormente vigente, que data de 1998", señaló la Coordinadora del Área de Residuos de esa organización internacional, Leticia Baselga.

Según Baselga, la clave está en establecer una recogida de la materia orgánica separada desde el origen."La colaboración ciudadana en la gestión de residuos facilita el uso sostenible de los recursos, la protección del suelo, la producción de energía renovable y la lucha contra el cambio climático", añadió la experta.

Y es que la basura bien gestionada, como la energía, no tiene por qué desaparecer, se transforma.