El informe, realizado por el Departamento de Biología Animal y el Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio) de la Universidad de Barcelona (UB), se basa en el estudio de 171 aves marinas capturadas accidentalmente por la flota palangrera en el litoral catalán de 2003 a 2010.
Los plásticos que flotan en la superficie del mar pueden causar ahogamiento, úlceras, infecciones y muerte a la fauna marina. A menudo son ingeridos por error porque se confunden con alimentos , y en otros casos, se encuentran en el estómago de las presas capturadas por los pájaros marinos. Los plásticos ingeridos suelen ser trozos de filamentos, esferas, láminas o pellets industriales.
El equipo de la UB ha estudiado la ingestión de plásticos en aves marinas especialmente amenazadas o en peligro, como son la pardela cenicienta (Calonectris diomedea), la pardela mediterránea (Puffinus yelkouan), la pardela balear (Puffinus mauretanicus), el alcatraz (Morus bassanus), la gaviota de Audouin (Ichthyaetus audouinii), la gaviota cabecinegra (Ichthyaetus melanocephalus), la gaviota de patas amarillas (Larus michahellis), la gaviota tridáctila (Rissa tridactyla) y el págalo grande (Catharacta skua).
Resultados alarmantes
Según el estudio, el 66% de las aves marinas habían ingerido al menos una pieza de plástico. En el caso de la pardela cenicienta, el 94% de los ejemplares contenían plásticos (con una media de quince fragmentos por individuo). En cuanto a la pardela balear y la mediterránea, el porcentaje de aves afectadas es del 70%.
El estudio ha constatado que los polluelos son los más vulnerables a la ingesta de plásticos ya que no pueden regurgitar alimentos como hacen los adultos. Las gaviotas, con más facilidad para regurgitar comida, acumulan menos cantidad de plásticos que las pardelas.
"Estos resultados son preocupantes", alerta González-Solís. "Las tres especies de pardelas más afectadas son particularmente frágiles, en especial la balear, clasificada en peligro crítico de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). Es una especie endémica de Baleares, y solo hay unas 3.000 parejas reproductoras en todo el mundo. No sabemos qué impacto puede tener, pero habría que estudiar si está afectando negativamente a la población"