De incrementarse como hasta ahora las emisiones de CO2, la recarga o entrada de agua a los acuíferos, considerados una reserva de agua estratégica, disminuirán de media un 11% para 2045 por la crisis climática, según una investigación del organismo. Para David Pulido, director del departamento de Aguas y Cambio global del IGME, las aguas subterráneas cuya inercia es mayor que la de las superficiales, son un recurso clave para la gestión de sequías; sin embargo, su sobreexplotación es una realidad en zonas como Doñana o el Alto Guadiana, afectando a humedales y espacios naturales.
Ha explicado que "hay acuíferos en España que han registrado descensos de hasta 10 metros al año; pueden tardar un siglo en recuperar su nivel, algo a lo que también contribuye el cambio climático”. La situación es especialmente alarmante en zonas costeras donde al bajar el nivel de los acuíferos se producen entradas de aguas salinas en el sistema, situaciones con muy complicada solución. Según, Miguel Mejías, jefe del Área de Hidrogeología Aplicada, la protección de las aguas subterráneas “es fundamental para el suministro a la población y el desarrollo económico". Gracias a las redes de control distribuidas por todas las demarcaciones hidrográficas es posible conocer el estado, en cantidad y calidad, de cada acuífero, ha añadido.